PRIMER CIVILISMO
El Partido Civil fue un partido político peruano fundado en 1871 bajo el nombre de Sociedad Independencia Electoral. Sus miembros fueron conocidos como «civilistas». Fue el partido preponderante desde finales del siglo xix hasta principios del xx,[1] dirigido por la oligarquía limeña. Su fundador y primer presidente electo fue Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876). Luego de la Guerra del Pacífico, desempeñó un rol clave en la Reconstrucción Nacional.
En 1894, integró la Coalición Nacional que agrupaba también al Partido Demócrata, que tras la guerra civil de 1894-1895 subió al poder liderado por Nicolás de Piérola, el jefe de los demócratas. De ese modo, el partido civil compartió responsabilidades de gobierno con su tradicional adversario. Dicha Coalición se mantuvo para las elecciones de 1899, triunfando nuevamente, esta vez con el independiente Eduardo López de Romaña como presidente.
En las dos décadas siguientes, que forman el periodo de la historia peruana denominada por el historiador Jorge Basadre como «la República Aristocrática» (1895-1919), se produjo la hegemonía del Partido Civil, al ser «civilistas» la mayoría de los presidentes de la República: Eduardo López de Romaña (1899-1903); Manuel Candamo (1903-1904); Serapio Calderón (1904); José Pardo y Barreda, hijo del fundador del partido (1904-1908 y 1915-1919); y Augusto B. Leguía (1908-1912), quien se desligó del partido y formó su propia agrupación política.
Su principal centro de reunión fue el tradicional Club Nacional, institución a la que varios miembros del partido pertenecían.
El partido, como fuerza política importante, sufrió un proceso de disolución a lo largo del Oncenio de Leguía (1919-1930). Su “defunción oficial” (por así decirlo), se dio en 1930.
Manuel Pardo ganó por mayoría las elecciones y asumió el poder en 1872. Se encontró con un país al borde de la ruina, con un forado fiscal casi imposible de pagar y con obligaciones de pago con las principales potencias europeas y con los Estados Unidos.
Sin perder tiempo trató de aplicar una serie de medidas para paliar la fuerte crisis. Cortó de plano todos los gastos militares, redujo el número de efectivos del ejército, suspendió la compra de buques y pertrechos de guerra y nacionalizó las salitreras de Tarapacá.
Aún con estos recortes, los casi 35 millones de libras esterlinas de deuda externa, cuyo pago (dos millones de pesos anuales), no permitía que el poblador común pueda sentir alguna sensación de mejoría económica.
Por otro lado, Pardo se preocupó por la educación. En 1876 promulgó el Reglamento General de Instrucción Pública. Este fue un intento por descentralizar la educación, hacerla más democrática y de alcance nacional. Sin embargo, la realidad era otra. Cualquier intento que realizara en cualquier campo no podría llevarse a cabo de manera efectiva por la falta de recursos.
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